Lloriqueos tardíos

Como abogado, entiendo que los culpables, al momento de ser sentenciados, buscan mover el ánimo del juez sentenciador hacia la compasión. El problema es que suenan huecos «el llanto y el crujir de dientes», sobre todo cuando se trata de personas -- muchas veces pudientes o con otras ventajas sociales --  que han delinquido durante mucho tiempo o de forma planificada. Distinto de quien en un momento de cólera pierde el control, hay quien calculadora y fríamente participa de un esquema para estafar o malversar, por ejemplo.

En estos casos, es difícil creer en su arrepentimiento y su preocupación por la familia, dos planteamientos que se hacen rutinariamente. La pregunta que cualquiera se hace es: ¿Por qué no se arrepintieron o pensaron en su familia antes?

El otro lugar común de las alocuciones antes de la sentencia es el estado de salud del convicto. Hombre, a todo el mundo le sube la presión arterial o se le agrava cualquier padecimiento, ante la realidad de una reclusión carcelaria. Como he dicho antes, si fuera por eso, habría que dejar ir a todos los bandidos del mundo...

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