El peso de los pesos

Aunque la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico no es santo de mi devoción -- ni de la de muchos en el país -- ciertamente parece raro que el Presidente de la UPR haya escogido desatender su recomendación acerca de la contratación de unos servicios informáticos. Tener cuerpos colegiados que, a su vez, designan comités para evaluar posibles cursos de acción tiene el propósito de contar con una mayor amplitud de criterios en el proceso decisional. A menos que lo recomendado sea descabellado, no debe prevalecer el parecer de una persona frente al consenso de un grupo legítimamente constituido por personas entendidas en la materia.

Pero, al igual que la Rectora del Recinto de Río Piedras de la UPR, el Presidente parece inclinarse por el proceder autoritario y unipersonal, y ni siquiera porque la Junta, en su mayoría, es de su cofradía político partidista le hacen caso.

La solución de este enigma podría estar en que la empresa «agraciada» es donante del Comisionado Residente Pedro Pierluisi. Entonces, se entiende que, en cuestiones de apreciación o dudas sobre capacidad de cumplimiento, se haya inclinado la balanza económica y técnica a su favor.

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