¡Pobre Presidente!

Resulta chocante que el Presidente de la Universidad de Puerto Rico, agrónomo de profesión, avale el gasoducto, no solo por el daño ambiental que supone el proyecto, sino porque, además, su trazado afectaría directamente el campus del Recinto de la UPR en Utuado. Sería de esperar una mayor sensibilidad ecológica de quien ha dedicado su vida profesional a los asuntos agrícolas, pero, aparentemente, han pesado más en su ánimo los cantos de sirena de un alegado ahorro en la factura de la energía eléctrica para la Universidad.

Aun cuando ello fuera cierto, el Dr. Muñoz debería tener la altura de miras para ver más allá de los intereses particulares de su institución y sopesarlo con los del resto del país. El apego a una silla gubernamental no debe nublar el entendimiento sobre los mejores intereses de toda una sociedad. A veces hay que decir «no», aunque ello le cueste un puesto largamente anhelado a quien tenga la valentía de oponerse a una idea lesiva al bien público.

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