Admisión de culpa

Aunque tardío, el mea culpa de Obama por la cuota de responsabilidad de Estados Unidos del narcotráfico es de destacar. A los americanos les cuesta mucho admitir que no son perfectos, y para ellos, la culpa siempre es ajena. Pero, tal parece que lo dicho por Felipe Calderón hace poco ha avergonzado a los yanquis, y no han podido más. Ya Hillary y Holder habían balbuceado unas disculpas, pero nada como oírlas de la boca del Jefe.

Y es que la lógica del asunto es apabullante. Con sus 300 millones y pico de habitantes, aun en las malas, Estados Unidos sigue siendo rico, y su gente, enferma y viciosa, tiene los recursos para procurarse las drogas a granel. Un mercado así atrae suplidores de cocaína, heroína, marihuana y todo lo demás. Sin esos clientes o consumidores, el negocio de la droga en este hemisferio sería totalmente distinto.

A lo anterior, hay que añadir la responsabilidad de los americanos por el tráfico ilícito de armas que es consustancial al de drogas. Baste señalar el bochornoso episodio reciente denominado Fast and Furious, un proverbial «tiro por la culata» gringo.

Mucho temo que estos «golpes de pecho» presidenciales no pasarán de eso; ese país está demasiado podrido para tener redención.

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