Dos verdades incómodas
En toda la discusión del fracaso escolar, según evidenciado en las pruebas de aprovechamiento a las que se somete a los estudiantes del sistema público de enseñanza, no se considera explícitamente un factor fundamental que explica muchas cosas: la falta de capacidad e inteligencia de los alumnos. Comprendo que resulte incómodo referirse a ello, pero es ineludible. La realidad es que hay una parte de la población --aquí o en cualquier otro lugar del mundo-- que no nace con las condiciones intelectuales necesarias para el aprovechamiento del estudio de las materias académicas, ni siquiera a los niveles primarios. Todos hemos conocido personas así en nuestra familia, amistades y condiscípulos. Esos seres humanos --y no me refiero a quienes tienen algún grado de retardación mental -- no tienen las herramientas para aprender gran cosa, no importa cuán buena sea la escuela o las condiciones en el ambiente familiar.
Igual pasa con muchos individuos a quienes, sencillamente, no les interesa la escuela o el estudio formal, sino que desean trabajar y llevar una vida sin complicaciones de índole intelectual. También los conocemos, y son personas razonablemente productivas. Por lo tanto, creo que debemos ser sinceros, y reconocer que la escuela no es para todo el mundo, y que parte del poco aprovechamiento escolar tiene base en estas realidades de la vida, que, francamente, no tienen mucho arreglo.
Igual pasa con muchos individuos a quienes, sencillamente, no les interesa la escuela o el estudio formal, sino que desean trabajar y llevar una vida sin complicaciones de índole intelectual. También los conocemos, y son personas razonablemente productivas. Por lo tanto, creo que debemos ser sinceros, y reconocer que la escuela no es para todo el mundo, y que parte del poco aprovechamiento escolar tiene base en estas realidades de la vida, que, francamente, no tienen mucho arreglo.
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