«Baile, botella y baraja», siglo 21

Nuestro comportamiento en los espacios públicos deja mucho que desear. Hay una gran falta de conciencia cívica, que se manifiesta en los excesos de todas clases. La diversión se toma como una licencia para ensuciar y ofender, mientras se violan leyes y ordenanzas. Lo que ocurre de manera consecuente en nuestras playas es muestra del desorden con el que se vive. La vulgaridad, encandilada por el alcohol y otras drogas, arropa al país. No sabemos celebrar sanamente y de manera comedida. La proliferación de festivales y fiestas -- con el auspicio invariable de cervezas y licores --  es caldo de cultivo para estas conductas enajenantes.

Seguimos en el «baile, botella y baraja» con que nos resumió aquel gobernador español hace siglos.

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