Una verdad inconveniente

Los americanos, que siempre le han restregado en la cara su libertad al resto del planeta, cada día la restringen más dentro y fuera de sus fronteras. Estados Unidos se ha pasado gran parte de su historia jactándose de ser la sociedad más democrática y libre que se haya conocido, en la cual hay un acceso sin precedentes a la información y todo está abierto a discusión, en claro contraste con los países totalitarios.

Pero, ahora resulta que no quieren que se sepa la verdad, toda la verdad, de sus fechorías diplomáticas y políticas, y piden la cabeza de Julian Assange y la censura de Wikileaks. Después de hablar pestes de Chávez, por alegadamente querer controlar los medios de comunicación venezolanos, llevan a cabo una persecución de este hombre, que lo único que ha hecho es difundir documentos oficiales de los americanos, cuya autenticidad y veracidad nadie ha cuestionado. Ante semejante atropello a la libertad de expresión, información y de prensa, los organismos internacionales - la SIP, por ejemplo, - tan prestos a echarle los caballos encima por todo a Fidel, Evo, Chávez y Ortega, no han dicho ni esta boca es mía, lo que confirma su doble vara, hipocresía y sumisión a los dictámenes del imperio norteamericano.

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