La salvación es individual.

No me corresponde ni es mi deseo defender la gestión del Departamento de la Familia y su Secretaria, pero me parece que las exigencias que se ventilan públicamente son, en ciertos aspectos, injustas e irreales. El deterioro social rampante en nuestro país le impone al DF una carga insostenible, en el mejor de los casos y, ciertamente, no estamos en el mejor de los casos. Resulta humanamente imposible atender adecuadamente el cúmulo de situaciones - muchas de ellas de emergencia social - que reclaman la atención de esa agencia gubernamental. La encomienda de lo que una vez se llamó Departamento de Servicios Sociales ha sido siempre demasiado ambiciosa. Una sociedad tan dependiente, enferma, pobre y problemática como la nuestra tiene demasiadas necesidades, y ningún gobierno puede ocuparse de todas oportuna y simultáneamente. Baste considerar las proporciones epidémicas del abuso a los menores y la violencia contra las mujeres, y se tendrá la medida del problema.

Por supuesto que debemos hacer el mayor de los esfuerzos para atender bien estas situaciones, pero hay que ser realistas y aceptar que existen límites a lo que el Estado puede lograr ante la degeneración masiva de una sociedad.

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