Puertorriqueñismo jurídico

Esta mañana escuché al designado Secretario de Justicia decir que estaba gratamente sorprendido porque había encontrado que unos abogados jóvenes graduados en Estados Unidos y con maestría estaban dispuestos a servir en el Departamento de Justicia. Lo dicho y el énfasis con el que lo dijo delatan un prejuicio profesional que surge de un complejo de inferioridad muy común en nuestro país. Estipulado que hay en Estados Unidos magníficas instituciones educativas. (También las hay mediocres.) Pero, hay abogados muy buenos formados en nuestro país, sin «el sello de Good Housekeeping o de Consumer Reports». Igual ocurre con las maestrías y los doctorados: no son garantías absolutas de calidad jurdídica. Nuevamente, algunos de los mejores abogados puertorriqueños no tuvieron ni tienen esos grados académicos. De hecho, el propio Sánchez Betances no estudió en Estados Unidos ni tiene un posgrado en Derecho.

Valoremos lo nuestro. No nos ceguemos con el résumé. Examinemos concienzudamente los atributos personales y profesionales de los hijos del país, aunque no hayan estudiado fuera ni tengan tanto título. La inteligencia, la destreza y la pericia no tienen que estar validadas por extranjeros. Los puertorriqueños somos perfectamente capaces de formar nuestras clases profesionales sin la «bendición papal» de los americanos.

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