Una voz de otro tiempo

Una de las homenajeadas por nuestra Legislatura en esta Semana de la Mujer se expresó muy elocuentemente sobre la función legislativa y la responsabilidad que conlleva. La señora, de 91 años, fue una voz clamando en el desierto moral que es el Capitolio. Su aldabonazo hubiera resonado en otro auditorio, pero no en el de Puerta de Tierra. Decirles que la historia los juzgará no sirve de mucho, pues esta gente, con muy pocas excepciones, no tiene conciencia de clase alguna, ni responde a conceptos elevados o trascendentales. Están allí para usufructuar el poder, de manera descarnada. Son pedestres en grado sumo; no hay altura de miras ni posibilidad de desarrollarla. Es la tragedia de una democracia representativa, representada por lo peor de nuestra sociedad.

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