Con los ojos en la carretera

Espanta la forma tan liviana con la que se admiten las cosas imprudentes que se hacen mientras se maneja un vehículo de motor en nuestras vías públicas, algo que parece ser parte de un fenómeno mundial. La telefonía y demás formas de comunicación móvil han venido a exacerbar la irresponsabilidad al volante. Desde desayunar y maquillarse, hasta hablar y enviar mensajes de texto, todo ello es una conducta francamente demencial, que aumenta significativamente la falta de seguridad vial. Todo aquello que distraiga de manera importante al conductor de su función en esos momentos es un elemento casi suicida y homicida. El vehículo no es ni puede ser una extensión de la casa o la oficina, y pretender que lo sea  es una conducta aberrante, que conduce a la muerte o al grave daño corporal ajeno y propio.

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