Una dura ausencia

Una vez más, pasamos la vergüenza continental de no poder estar por derecho propio en una cita hemisférica porque somos una mera posesión de Estados Unidos. Nuestra ausencia en Trinidad y Tobago le grita al mundo la inferioridad política que padecemos. Toda esa rétorica de Obama significa muy poco, mientras su país mantenga esta colonia en el Caribe, a despecho de la corriente libertaria que hace dos siglos rompió las cadenas de la sujeción colonial en todo este continente. Estados Unidos nos humilla frente a nuestros hermanos caribeños y latinoamericanos en este cónclave interamericano. Es como si Puerto Rico no existiera o, peor aún, no tuviera categoría para sentarse a la mesa de este diálogo continental.

¡Que Obama limpie su casa, antes de pedir que otros arreglen la suya! Sólo eliminando la ignominia del coloniaje puertorriqueño podrá hablarse de «un nuevo comienzo» en las relaciones hemisféricas.

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