La historia de un buen ciudadano

Desde hace varios días se pierde agua en la calle, frente a mi casa. Luego de intentar infructuosamente dar noticia de ello a la AAA por la vía telefónica - por correo electrónico no se puede - aguijoneado por mi buena conciencia, acudí a la oficina que corresponde a mi sector.

Al llegar, le dije al guardia de seguridad a lo que iba, y él me dirigió a una fila, para la cual me aseguró que no era necesario tomar un boleto de turno. Cuando me tocó pasar al mostradorcito, le relaté a la empleada el propósito de mi visita. Entonces, ella me pidió el número de cuenta. Le dije que no lo sabía ni me parecía pertinente, por cuanto el problema estaba en la calle y no en mi propiedad. De todas maneras, le informé que la cuenta estaba a nombre de mi esposa, pero entonces me pidió el número de Seguro Social de ella. Le dije que no lo sabía.

Llegado a ese punto, me dijo que escribiera la dirección en un papel, pero, a renglón seguido me informó que debía tomar un número y hacer otra fila. A eso, le dije que, francamente, mi afán de ser un buen ciudadano tenía un límite, y que dejáramos las cosas así, hasta que pasaran a leer el contador, cuando, suponía, esos empleados tomarían nota del asunto. Entonces, ella me aclaró que ellos no se ocupaban de reparar, a lo que le contesté que lo sabía, pero que suponía que, como empleados de la agencia, lo menos que podrían hacer es notificar del asunto. Antes de cometer una locura, le entregué el papel con la información, y me marché.

Kafka se quedó corto...

Comentarios

Rafael ha dicho que…
Algunos deberían estar entre los 30 mil, sin animo de ofender.

Entradas populares