"¡Sieg Haider!"

El entierro de Joerg Haider - parece Hater, ¿verdad? - el político austriaco, pone de manifiesto que sus compatriotas todavía llevan a Hitler en el corazón. Los panegíricos dedicados a un hombre que representó los peores instintos del alma humana revelan que hay que estar pendientes del próximo que se pare en una taberna en Viena a despotricar contra algún grupo étnico, pues en tres días montan el Cuarto Reich. Porque ya se ve que los austriacos, mientras toman café con strudel, son capaces de soltarnos otro fuehrer.

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