La calle de la amargura

Wall Street tiene más boquetes que las calles nuestras. Esa vía mítica, pavimentada con el oro de Fort Knox, está tan maltrecha como cualquier callejón de Baghdad. Los americanos dan bandazos buscando tapar todos esos rotos, y como suele suceder, dan palos a ciegas, a ver si aciertan de alguna manera.

Están tan desesperados que ahora recurren a un remedio de sus odiados adversarios, los socialistas y otros demonios de la izquierda: la nacionalización de bancos y otras empresas. Claro, no la llaman así, para no ofender; pero prestar dinero a cambio de una participación mayoritaria o comprarla es tomar control por parte del Estado.

Como decía mi abuela Consuelo: "Habla hoy y muérete mañana."

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