¡Dios nos coja confesaos!

Habrá que ver qué dice el Führer del Vaticano sobre la idea del padre Antonio de hacer un concurso de belleza para monjas. Ojalá le dé paso, para ver qué sale de ahí, porque, en mis tiempos, primero pasaba un camello por el ojo de una aguja, antes de encontrar una monja bonita. ( Las bonitas se despojaban de sus hábitos.) Así que, es posible que el trono de la belleza monacal haya que declararlo vacante.

Veremos a ver qué pesa más: los valores que la Iglesia supuestamente representa o el afán de sacar partido económico para "repartirlo entre los pobres", socorrida explicación de las frecuentes incursiones eclesiásticas en el ámbito crematístico. Por ahora, el padre Rungi se conforma con una especie de concurso de "Sor Fotogénica", pero, como "la carne es flaca", es de suponer que la cosa se pondrá más interesante, con el tiempo.

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