Turismo turbado

Continúa el cierre de casinos, la quiebra de hoteles y el cambio de dueños de hospederías. Como de costumbre, el sector privado le echa la culpa al gobierno, por decisiones que alegan les perjudican. Por supuesto, nunca asumen su cuota de responsabilidad por malas decisiones empresariales, algunas tan evidentes que no hace falta un grado en administración de empresas para apreciarlas.

En muchos sentidos, el sector turístico está desenfocado. La orientación hacia el turista adinerado es un error garrafal. Ese turista está en peligro de extinción. Creyendo que existe  -- sobre todo para destinos como el nuestro -- aquí se construyen hoteles de lujo, con cientos de habitaciones, que más temprano que tarde son imposibles de mantener.

De lo anterior surge que hay que cobrar carísimo el alojamiento, los demás servicios hoteleros y el resto de los complementarios del sector turístico, por un producto que, muchas veces, no lo vale. Pero, desafortunadamente, el modelo que se sigue es el americano, de precios inflados en una economía muy distinta de la nuestra. Es otra muestra del desquicie colonial, que nos lleva a actuar como si fuéramos las metrópolis de la metrópoli.

Por eso, seguiremos fracasando en este y otros renglones de nuestra economía.

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