La enajenación colonial puertorriqueña

Los colonizados en Puerto Rico acaban de recibir otra muestra de que la escritura está en la pared. Una vez más, el liderato congresional de ambos partidos en Estados Unidos les recuerda que la opción del ELA -- actual o «mejorado» -- no es viable. No puede serlo porque, lógicamente, el problema colonial no se resuelve prolongando la colonia, por mucho que se la maquille. Es de esperar la reacción de los defensores a ultranza del ELA, despotricando contra estos congresistas.

Como se sabe, el coloniaje es una situación enajenante en todo sentido. Por ello, el colonizado asume la posición subordinada, aun cuando el colonizador pretenda liberarlo. De ahí que los llamados estadolibristas se aferren irracionalmente a la tesis -- ya tantas veces desacreditada -- de que la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos es digna y tiene valor jurídico y político a la luz del Derecho Internacional. Ante su incapacidad de aceptar la verdad bochornosa de 1952, atacan incluso a los representantes del poder metropolítico que, por fin, reconocen el problema colonial y lo quieren resolver.

Como pacientes de Fanon.

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