Caras bonitas, cabezas huecas

El Gobernador de Puerto Rico y su entorno administrativo en La Fortaleza andan como «cucarachas en baile de gallinas» con el asunto de la intervención del aún Secretario de Justicia en auxilio de su «amigo del alma». En su afán por no revelar el alcance de la imprudencia -- y posible ilegalidad -- de lo ocurrido esa noche, García Padilla y sus adláteres no han podido articular una respuesta creíble y sensata a la petición de que se provea la información completa. Primero, resucitaron la vieja y desacreditada tesis del privilegio ejecutivo, no sé si por falta de cultura jurídica o propósito avieso. Luego, al darse cuenta de su faux pas legal, se esconden detrás de la falda de la Directora de la Oficina de Ética Gubernamental, interpretando acomodaticiamente el reclamo de confidencialidad durante la investigación que lleva a cabo la OEG.

La mediocridad se ha instalado en Palacio.

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