Temeridad ciclista y peatonal

Hace un rato me hallaba detenido ante la luz roja de un semáforo, cuando me pasó por el lado un ciclista con todo su atuendo, y siguió su marcha como si la luz estuviera verde. No conforme con esa primera infracción, pasó otra luz roja un poco más adelante. Su temeridad fue mayúscula, pues el pavimento estaba mojado, condición que hubiera dificultado aun más el frenazo de un conductor sorprendido por el cruce ilegal del ciclista.

Por otro lado, unas noches atrás, estuve a punto de golpear a un individuo que corría en ese momento bajo la parte elevada del expreso, donde apenas se le veía por la falta de iluminación. Al yo hacer el viraje hacia la izquierda luego de bordear un talud, el corredor -- que, evidentemente, trataba de evitar correr por la tierra mojada --  apareció ocupando más espacio de la zona de rodaje que la que le hubiera correspondido en circunstancias normales. Solo mis buenos reflejos evitaron una desgracia.

Ambos incidentes son ejemplos de la imprudencia temeraria de ciclistas y corredores, a tener en cuenta antes de culpar automáticamente a los conductores.

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