Desayuno para «esmayaos»

Con la excepción de las tostadas francesas con Kahlúa -- ¡maldita sea mi diabetes! -- el desayuno con el Gobernador por entre $1,000 y $2,500 el plato estuvo flojito. Nada que yo deba envidiar. Por supuesto, el «desayuno» era otro : comprar la buena voluntad de Fortuño, para que siga legislando a favor de lo que muy significativamente se denomina como la «industria de la salud», que no es otra cosa que los grandes intereses económicos metidos a hospitales con una creciente inmunidad para su impunidad por la impericia médica. Por eso, el revoltillo puede haber estado insípido, la tocineta monga y el café al gusto americano -- o sea, aguado -- pero fue un «buen desayuno» para esos insaciables ejecutivos, que se siguen comiendo el país a dentelladas de sus grandes colmillos.

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