Aclarando conceptos

En el afán legítimo de sensibilizar a la gente acerca de ciertas conductas lesivas al bienestar general, hay que tener cuidado de no exagerar, extendiendo el alcance de conceptos o diagnósticos de situaciones. La preocupación sobre la violencia ha llevado a algunos-- incluidos sectores profesionales -- a verla en todo, aunque no sea realmente así. Me parece que ello es contraproducente, pues desacredita el planteamiento de fondo.

Hoy se publica un artículo que tiene de fuente  principal a la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico, y en el cual se incluyen entre las manifestaciones de violencia la «falta de modales», la «falta de atención a ciudadanos en centros de oficinas gubernamentales» y el «uso del engaño para lograr metas». Francamente, aunque estas cosas son negativas, y el engaño podría llegar a ser ilícito en algunas circunstancias, catalogarlas de «violencia» es una falta de honradez y rigor intelectual que pone en entredicho el buen criterio y la seriedad profesional de la Asociación. Una cosa es identificar correctamente distintos grados de agresividad como violencia, y otra muy distinta es caracterizar como tal conductas impropias u objetables de otro tenor.

No se le hace un bien al país cuando las clases profesionales abonan a la confusión en que se vive, pues ello da pie a que los legos tengan expectativas equivocadas, crean tener derechos que no tienen, y pretendan fijar responsabilidades que no corresponden.

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