Por todos lados

Con el paso de los años, la injerencia del Gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico ha ido creciendo hasta hacerse casi absoluta. Si una vez hubo cierto espacio autonómico, ya no lo hay. En cada renglón de nuestra vida figura la presencia avasallante y ominosa de «los federales». De una forma o de otra, ellos se las arreglan para inmiscuirse en todo e imponer su poder metropolítico.

Esto viene a cuento cuando el Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos informa la condena de un individuo por producir pornografía infantil. El lector se preguntará qué tiene que ver la inmigración y las aduanas con la pornografía infantil. Pues, que en el esquema de agencias de ley y orden de Estados Unidos se le ha dado jurisdicción a esa agencia porque, generalmente, esa pornografía «cruza fronteras» a través de Internet y otros medios, y tiene un aspecto económico que la coloca en el comercio interestatal de ese país. Ergo, estos delitos puertorriqueños son jurisdicción de los americanos.

Así de torcido y retorcido es el poder de Estados Unidos sobre Puerto Rico.

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