Un pueblo maldito

Pretender despachar como una «novatada» o una «imprudencia» el despliegue descarnado del poder por parte del nuevo Alcalde de Vega Baja es casi tan malo como ese acto ilegal, inmoral y prepotente. Amenazar a empleados municipales con represalias, si no contribuyen económicamente a la campaña política o no participan activamente en las actividades proselitistas no puede tomarse livianamente ni adjudicarlo a inexperiencia o inmadurez. Resulta claro que este individuo, que advino al cargo cuando al alcalde en propiedad lo metieron preso por corrupción, aprendió de su jefe, quien tampoco tuvo escrúpulos para la extorsión y el soborno.

No puede haber contemplaciones con personas así. Hay que formularle cargos administrativos y procesarlo criminalmente. Este sujeto no puede continuar ocupando el cargo de alcalde ni un día más, luego de haberse revelado su naturaleza corrupta. Esperar a las elecciones de noviembre para salir de él sería consentir que siquiera figure en la papeleta y seguir exponiendo a los empleados y a los ciudadanos de Vega Baja a esta bajeza.

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