Ni «alternativa» ni «democrática»

En estos días se habla mucho de «educación alternativa», «educación democrática» y del modelo tal o más cuál, para arreglar nuestro sistema de instrucción pública. Nada de eso me queda muy claro, supongo que porque no tengo suficiente «educación». A riesgo de parecer simplista, voy a dar mi receta para mejorar la educación.

No importa si es dentro de la escuela tradicional o fuera de ella, lo que hace falta es rigor en lo que se enseña y lo que se califica. Si no se enseña lo correcto y bien, de nada valen metodologías o modelos con títulos rimbombantes. Si un maestro no domina la materia que enseña o carece de las destrezas pedagógicas, no hay salvación posible. Igualmente, si no se corrige con rigor, y se dejan pasar disparates y errores de todas clases, los alumnos salen mal preparados. La mediocridad engendra mediocridad.

Hay que ser intolerantes con el disparate, el error, la imprecisión, la inexactitud y el razonamiento defectuoso, en alumnos y en maestros. Quien no tenga las competencias requeridas para desempeñarse a cierto nivel, no puede continuar enseñando o tomando clases. La solución no puede ser retenerlo en el sistema o pasarlo de grado.

Esa no puede ser la «alternativa» ni nada hay de «democrático» en ella.

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