¡Que se vayan a la porra!

Esa manía típicamente americana de organizar competencias de cualquier cosa lleva a algo como la de porristas. No es por desmerecer a gente buena y entusiasta, pero, francamente... Hay suficiente banalidad en el mundo, como para que le añadamos engendros así. Los puertorriqueños, que buscamos desesperadamente cualquier reconocimiento, para compensar nuestro complejo de inferioridad colonial, adoptamos cualquier imbecilidad como ésta, y hasta pedimos dinero para enviar representantes a competir.

Nunca me ha parecido que el porrismo añada cosa alguna a una justa atlética, excepto una exhibición de muchachas bonitas con poca ropa y contoneos sugestivos. Un mal equipo no mejora su rendimiento, ni sus fanáticos son más ardientes por las intervenciones de esas chicas antes de un partido o en sus descansos. Esto y las mascotas o muñecos representativos de los equipos son elementos embarazosos, ridículos y superfluos en un mundo deportivo que lo único que necesita  es una competencia de calidad y limpia, sin trampas de clase alguna.

Comentarios

Entradas populares