Necesitamos al «cartero de Neruda».
Mis lectores saben del malestar que me produce el Servicio Postal de Estados Unidos, no sólo porque es parte de esa presencia jurisdiccional de la metrópoli que rechazo, sino por el mal servicio que ofrecen. Prueba al canto. Hace un rato, estando mis hijos, mi esposa y yo en la casa y los dos vehículos en la entrada, a la vista de todos, pasó el cartero y, sin aviso de clase alguna, dejó en el buzón la notificación de que no pudo dejar una carta certificada con acuse de recibo. ¡Por supuesto, si ni siquiera lo intentó, el bien vago y sinvergüenza!
Ahora me obliga a ir a la oficina de correos a hacer una fila descomunal, para una gestión innecesaria. Espero con fruición el día en que, por obsolescencia, desaparezca el correo. Mientras tanto, continúa registrando pérdidas billonarias, pues ya no puede competir con el correo electrónico y los servicios privados.
¡Me alegro!
Ahora me obliga a ir a la oficina de correos a hacer una fila descomunal, para una gestión innecesaria. Espero con fruición el día en que, por obsolescencia, desaparezca el correo. Mientras tanto, continúa registrando pérdidas billonarias, pues ya no puede competir con el correo electrónico y los servicios privados.
¡Me alegro!
Comentarios
Es este asunto, soy un romántico empedernido.