El infierno de las ventas

Ya comienza el «lloriqueo» anual de los comerciantes, los hoteleros y otros dentro del sector privado, por las ventas o la insuficiencia de éstas.  Yo no le creería mucho a esta gente, pues nunca he conocido a un empresario que diga sentirse satisfecho con la forma en que va su negocio: siempre quieren más, y le parece poco lo que tienen.  Son quejosos profesionales, que reparten culpas pero nunca asumen las suyas por haber puesto un negocio abocado al fracaso, vender una mercancía de mala calidad, ofrecer un mal servicio y cobrar muy caro.

Cuando yo era menos viejo y más desfachatado, solía ir a las tiendas y, cuando me decían el precio de un artículo, preguntaba: «¿Y, esto, además de oro, que tiene?», broma que no siempre era entendida y nunca era bien apreciada.  Ya no lo hago porque todo tiene «oro»...

Un poco de modestia no nos vendría mal.

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