«¡Médico, cúrate a ti mismo!»

La muerte del joven estudiante del Recinto de Ciencias Médicas demuestra que él no supo aplicar sus conocimientos a su propia vida.  Evidentemente, desoyó el reclamo de descanso que su cuerpo le hacía y los consejos de quienes le rodeaban, especialmente su madre y su novia.  Nadie debe estar en una biblioteca en la madrugada.  Que haya ingerido una bebida «energizante», para mantenerse despierto y alerta, es el agravante de la que ya era una mala decisión.

La competencia por obtener buenas calificaciones o mantenerse dentro de un programa de estudios lleva a ciertos individuos a adoptar prácticas exageradas.  Me parece que el criterio debe ser que, si uno necesita hacer cosas así, entonces, no se tiene la capacidad para proseguir esos estudios.  Lo que no se consiga dentro de un marco razonable y requiera sacrificios absurdos no es un aprovechamiento académico legítimo.  Hay algo anormal y artificial en el conocimiento obtenido de esta manera.  ¿De qué vale una calificación de sobresaliente, si hay que «matarse» para obtenerla?

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