Una mala educación

Hay que hacer una distinción importante en los líos del Departamento de Educación.  Unos se deben a la incompetencia e ineficiencia de su administración; otros, a no cumplir con exigencias del gobierno de Estados Unidos atadas al otorgamiento de fondos. Independientemente de que los fondos, no importa su procedencia, se deben usar juiciosamente, el incumplimiento con requisitos elaborados por gente ajena a nuestra realidad no necesariamente es algo negativo.  Los llamados «programas federales», tanto en lo educativo como en cualquier otro aspecto, están pensados para una cultura con la cual compartimos muchas cosas pero no todas.  Los puertorriqueños no somos americanos ni Puerto Rico es Estados Unidos.  Hay diferencias apreciables entre ellos y nosotros, y constituye una irracionalidad pretender que lo hagamos todo a la usanza de USA.  Gobernar así es un soberano disparate, que sólo se entiende por la relación colonial que padecemos.

El Departamento de Educación tiene suficientes problemas él solito, sin que también tenga que cumplir con los caprichos de burócratas americanos que vienen aquí como procónsules educativos.

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