El cielo está en su lugar.
Sin querer menospreciar la importancia y la magnitud de la corrupción policiaca en Puerto Rico, según surge de la reciente redada, me parece que tampoco debemos exagerar y decir que el país está «resquebrajado» o que somos un «narcoestado», como algunos medios de comunicación han sugerido. Nuestro país tiene problemas graves - como casi todos los demás - pero la vida discurre con una normalidad razonable. La retórica de la desesperanza y el miedo, de la hipérbole publicitaria, no se justifica ni debe fomentarse. El destaque excesivo de este asunto tiende a darle una proporción extraordinaria, que crea la impresión de que el problema es aun mayor y que el país, presa del narcotráfico, no funciona.
La corrupción policiaca es un mal viejo y endémico a muchos sitios en el mundo, y debe ser atendida con todo rigor. Pero, como en el cuento del pollito, «el cielo no se está cayendo».
La corrupción policiaca es un mal viejo y endémico a muchos sitios en el mundo, y debe ser atendida con todo rigor. Pero, como en el cuento del pollito, «el cielo no se está cayendo».
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