Un plan maquiavélico

A quienes hemos observado con cierta atención el proceso político puertorriqueño desde 1993 no nos puede sorprender el señalamiento de que los despidos gubernamentales tienen la vertiente de favorecer económicamente a una parte del sector privado. Desde esa fecha de comienzo del rossellato, aquí ha habido un plan maestro para poner el país en manos privadas, y no se ha hecho otra cosa que propiciar, por todos los medios, el descrédito de la gestión pública y el desmantelamiento del aparato gubernamental. Como las funciones del gobierno las tiene que realizar alguien, se les pasan a empresas ya establecidas o a otras que se establecen con ese propósito. Es un empresarismo sin riesgo, pues tiene unos «clientes» o un «mercado» asegurado. Así se amasan fortunas en muy poco tiempo, mientras el Estado queda achicado y maltrecho, incapaz de velar por el bien común y proteger a los menesteresos.

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