¡Libertad completa y ahora!

Hace bien Mari Bras en advertirle a cierto sector del independentismo acerca del peligro de contemporizar con los autonomistas o soberanistas en sus reclamos. Cuando están en minoría, les aflora un patriotismo que luego se les pasma cuando llegan nuevamente al poder. Es la engañifa de siempre: se hacen los simpáticos con los independentistas, para obtener sus votos cada cuatro años y después pasarse el cuatrienio renegando de sus posturas libertarias.

La independencia se hace creyendo en ella; no como una entelequia o un ideal, sino como una realidad concreta. Quienes buscan acomodos de medias tintas y se refugian en eufemismos para evitar hablar de independencia lo que quieren es añadirle eslabones a la cadena del coloniaje, para hacerlo «menos opresivo».

En el umbral del 2010, a 200 años de la independencia de la América hispana, como puertorriqueño, me siento profundamente abochornado de que en mi tierra todavía se estén debatiendo los «méritos» de la libertad política, como si hubiera que justificarla. Éste es uno de los espectáculos más tristes en el teatro de la Humanidad, y los independentistas auténticos no podemos ser parte de esa comparsa falsaria.

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