La toga como embozo

Al Poder Judicial puertorriqueño, la crisis económica le ha venido de perillas. Si bien lo ha obligado a reducir su dispendio, y uno que otro servicio directo a los ciudadanos, el mayor beneficio de toda esta discusión fiscal y presupuestaria es que le ha dado un respiro en su muy agitada actualidad. Ya nadie parece acordarse de las recientes revelaciones de corrupción, ni de las escandalosas transacciones relacionadas con alquileres, construcciones, subastas y otros graves desaciertos administrativos de los últimos tres lustros. Entretenidos con la deuda pública, nadie recuerda la deuda de la judicatura con el ofrecimiento de investigaciones y transparencias. Nadie procura por el grupo que iba a indagar sobre los manejos en los tribunales. El IVA se ha tragado lo que se iba a hacer para evitar que se repita el caso de Manuel Acevedo Hernández. Que, por cierto, todavía esta pendiente de una decisión sobre su desaforo...

Pasan los meses, y nada se dice de pedir cuentas a los incumbentes anteriores de la presidencia del Tribunal Supremo y la dirección administrativa de los tribunales, por haber actuado de una forma contraria al interés público, otorgando contratos claramente desventajosos para la judicatura. Una vez más, la toga se convierte en embozo de impunidad de una curia que reclama independencia para manejar sus asuntos << en cámara >>, lejos del escrutinio público, al cual solo le reconoce injerencia retóricamente.

No aprenden que más tarde que temprano el proceder << ilegal, inmoral, contrario al orden público o a las buenas costumbres >> tiene su  << día en corte >>...

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