La necedad de un hombre «sordo»

Crece el reclamo por la liberación de Oscar López Rivera. La actividad de Nueva York es testimonio elocuente de ello. Pero, Obama ni se inmuta. Con cada día que pasa, el gran admirador de Mandela se hunde más en la indiferencia casi criminal e inexplicable ante un asunto tan claro de derechos humanos. El hombre, que ha decepcionado a tantos en tantas otras cosas, sigue cargando este pesado fardo moral, en un ejercicio que solo le representa un descrédito como Presidente y ser humano.

Algunos piensan que el carcelero de la avenida Pennsylvania está esperando su último día de trabajo para soltar a Oscar. Cuando ya no le cueste nada políticamente.

Aunque nos conformaríamos con ese gesto tardío, Barack Obama ya ha dejado inscrito su nombre en la más repudiable de las listas: la de la cobardía moral.

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