«...ahora y en la hora de nuestra muerte...»

Siguen cerrando colegios y escuelas católicas en el país. Hay mucha gente apegada a esas instituciones, que lo lamenta con nostalgia. Pero, estos son procesos naturales en la vida: se nace, se crece y se muere. La falta de matrícula probablemente se deba a que la situación económica de la gente no le permite afrontar los altos costos de estas escuelas privadas. Cuando no hay empleo o el que se tiene no está bien remunerado -- que es el caso de muchos padres -- es forzoso prescindir de lo que se convierte en una carga onerosa.

Por otro lado, algunas de estas instituciones educativas ya no eran lo que fueron en términos académicos. Con el correr de los años, la calidad de la enseñanza fue desmereciendo hasta llegar a la mediocridad. Demasiado gasto para un aprovechamiento que no lo justifica. Las escuelas sirvieron bien a la comunidad, pero les llegó la obsolescencia natural, que da paso a otras instituciones.

Tratar de mantenerlas funcionando, por afecto y tradición, resulta entendible pero fútil.

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