La santidad que cuenta

Más allá del aspecto puramente religioso, la ahora posible beatificación -- por lo menos -- del arzobispo salvadoreño Oscar Romero reviste importancia, por lo que tiene de desagravio a su memoria y de condena moral al régimen que lo asesinó hace 33 años. Las esperanzas están cifradas en el papa Francisco, quien comparte algo de la visión humanista del mártir. Al margen de si Romero merece  ser canonizado, la Iglesia Católica haría bien en extenderle este reconocimiento a su labor pastoral y profética, con la que dio un testimonio más trascendental que el de una mera predicación desde el púlpito, echando su suerte con la de los pobres de su tierra.

Con eso se ganó el Cielo.

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