Cuentas claras en la Catedral

La sanción que se anuncia contra un sacerdote por parte del Arzobispado de San Juan levanta sospechas que se evitarían, si se fuera más abierto en casos como éste. Pero, la vieja manía de la secretividad eclesiástica lo ha impedido. De lo que se publica, lo único que surge es que el cura ha sido desobediente de manera contumaz, pero no se indica en qué ha consistido su desacato reiterado. Algo grave debe ser, pues no se despoja a un sacerdote de sus funciones como tal livianamente.

El Arzobispo -- que ha estado en la picota pública en estos días -- ha debido revelar el asunto en toda su extensión. No hacerlo da margen a especulaciones que no le hacen bien. Hay que tener en cuenta que una de las imputaciones que se le ha hecho al prelado es que ha encubierto casos de pedofilia. Éste, pues, no es el mejor momento para actuar con misterios como el de la Santísima Trinidad, sino para ser diáfanos y transparentes en el proceder. Que si se tienen fundamentos para castigar a alguien deben darse a conocer, pues así se juzgará la justicia de lo hecho.

Conociendo la verdad, ella nos hará libres... de pensar mal.

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