El «Tío Sam» está pelao

Las dificultades económicas del Gobierno Federal en Estados Unidos, que llevan al cierre temporal de oficinas y a la reducción de la jornada laboral, son una buena noticia por partida doble. Primero, porque demuestran que el imperio no es omnipotente; tiene fisuras y grietas como las que se registran en otros países. Aquellos que confiaban ciegamente en que las leyes de la Historia no le aplicaban a los americanos han tenido un rudo despertar. El «Tío Sam» hace rato que está en quiebra, y en ese país de ensueño, las casas se hunden y los puentes se caen, al igual que en cualquier otro lugar del planeta.

Segundo, toda interrupción del gobierno imperial es ganancia para quienes rechazamos su injerencia en nuestro país. El mundo sigue andando, a pesar de que los burócratas de Washington se vean obligados a quedarse en sus casas porque Obama no les puede pagar. Un día, muchos se darán cuenta de que es posible vivir sin la omnipresencia tutelar de las agencias de ese gobierno extranjero en nuestro país.

Nada le conviene más a esta colonia que la quiebra de la metrópoli.

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