Pensando en puertorriqueño

Vuelvo a un tema que he tocado de una u otra forma: la educación en nuestro país. Ahora, con el «pie forzado» de la controversia acerca de las Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento en el sistema público de enseñanza. No sé cuán bien estén diseñadas dichas pruebas o cuán injustas resulten, habida cuenta de deficiencias institucionales que ponen a los alumnos en manifiesta desventaja. Lo que sí sé y rechazo vehementemente es que en Puerto Rico ajustemos nuestra docencia para cumplir con requisitos del gobierno de Estados Unidos, tales como los contenidos en la ley conocida como No Child Left Behind, pensada para ese país totalmente distinto del nuestro. Independientemente de las buenas ideas que ésa y otras leyes o reglamentos federales puedan contener, resulta demencial adoptarlas en nuestro medio, por el solo motivo de «aprovechar» los cuantiosos fondos que aparejan. Aunque el dinero es importante, y puede brindar muchas ventajas materiales, no es lo fundamental para lograr una educación de primera calidad. Si así fuera, la de Estados Unidos sería excelente, y no lo es.

Hagamos las cosas por propio convencimiento, y no para cumplir con criterios foráneos que, con frecuencia, ni sentido tienen en nuestro entorno. Pensemos por nosotros mismos, y no copiemos servilmente modelos de otra parte. Ni por todo el oro del mundo.

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