Un doctorado en disimulo

Según María Conte, en el Instituto de Ciencias Forenses se puede comer hasta en el piso, de lo limpio que está. Desde que botaron a los conserjes y contrataron a una empresa privada por una suma que ella «desconoce», aquello está que espejea. Antes, en época de Pío Rechani, lo que había era una asquerosidad, pero ahora, con menos empleados y menos recursos, todo es miel sobre hojuelas, gracias a que ella es un fenómeno. Por eso fue que ella le montó esa campaña de descrédito a Rechani, para que le dieran el puesto a ella, cuando sus amigos del PNP ganaran las elecciones.

Ahora que se critica al ICF, ella lo niega todo y alega que aquello es el paraíso terrenal. Cuando le anunciaron los recortes de fondos, poco le faltó para agradecérselo a los legisladores. Lo próximo será pedir que le quiten más personal y recursos, para demostrar lo buena soldado de fila que es.

Mi papá decía que había doctores con quienes uno no debía tomarse ni el pulso. Menos mal que los que «atiende» la doctora Conte no tienen pulso...

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