«Tanto quiso el Diablo a su hijo, hasta que le sacó los ojos.»

Si criminalmente negligentes son los padres que dejaron a su hija en un vehículo cerrado durante tres horas, los que asfixiaron a la suya por ponerla a dormir con ellos son olímpicamente estúpidos. Y quien justifique esa práctica - no importa los títulos que tenga - le hace un flaco servicio al país, condonando lo que es, en esencia, una burrada. Ninguna persona «prudente y razonable» - mucho menos un «buen padre o madre de familia» - coloca una criatura tan tierna en su lecho, pues las probabilidades de que ocurra un «incidente desgraciado» son muy grandes. No importa las precauciones que se tomen; no hay razón legítima para hacerlo. Es totalmente innecesario, y el resultado se ha visto suficientes veces como para que hubiéramos aprendido de la experiencia ajena.

Hay que comenzar a exigir un mayor grado de responsabilidad a los padres que «sin querer» matan o causan grave daño a sus hijos de tierna edad. Tenemos que dejar la pendejada del «ay bendito», y meter preso a unos cuantos de estos padres y madres fatulos, para que los demás se anden con más cuidado.

Comentarios

Entradas populares