Mejor más que menos.

El lloriqueo de los dueños de las instituciones para el cuido de ancianos, por la «excesiva reglamentación», hay que verlo dentro del contexto de una trayectoria de abuso, descuido y negligencia en ese sector. El Estado se ha visto precisado a reglamentar rigurosamente a estos «hogares», para ponerle coto a prácticas indeseables ampliamente reseñadas en la prensa. Durante mucho tiempo, se pensó que estos sitios no eran otra cosa que «almacenes de viejos», donde se les guardaba hasta que se murieran. Ahora hay otra sensibilidad, y se espera mucho más en términos de los servicios a los ancianos.

Vista la vulnerabilidad de esta población, debemos decir: «Para que falte, que sobre» reglamentación.

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