Contribuyendo a su propia desgracia

No sé lo que piense el lector, pero yo no iría a un médico al que pensara que le tengo que «preguntar» por qué no me receta tal o cual medicamento. Ésa no es mi función. Si él no está enterado de cuáles son los fármacos que debe recetar - a pesar de que recibe continuas visitas de los propagandistas - y se supone que esté al día en su profesión y especialidad, entonces está mala la cosa .

Las compañías farmacéuticas, no conformes con el acceso que tienen a los médicos, nos bombardean por prensa, radio, televisión e Internet, para que seamos sus «propagandistas» en la venta de sus productos.

Mientras tanto, siguen tirando al mercado pastillas de todas clases que hacen más mal que bien, y los incautos se las piden a sus doctores, para su propia desgracia.

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