La bancarrota de los manirrotos

El aumento vertiginoso en las quiebras personales y comerciales no es una muestra de la «crisis» económica, sino de la ambición desmedida y la irresponsabilidad financiera.  Exceptuando los casos de fuerza mayor -- enfermedades u otras desgracias, por ejemplo - o de cesantías y pérdida de empleo, la quiebra es el resultado del consumo dispendioso y la falta de control en los gastos.  Se pretende vivir a niveles que están por encima de los ingresos, abusando del crédito para financiar el consumo.  La gente es víctima del desenfreno adquisitivo, cediendo a la publicidad comercial, comprando compulsivamente cosas hasta innecesarias.

En el renglón comercial, los negocios son víctimas de un afán desmedido de aumentar sus ganancias, abriendo más y más sucursales, con un pietaje enorme e inventarios gigantescos que tomaría una eternidad vender.  La estupidez empresarial es la primera causa de las quiebras, no la falta de patrocinio.

La modestia y el ahorro son virtudes esenciales para vivir bien.

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