«Alicia en el país de las [ridiculeces]»

Nada malo hay en poner en sitios públicos, con fines de orientación turística, una que otra indicación en inglés u otro idioma. Lo malo está en abusar de ello o convertirlo en un subterfugio ridículo para crear la ilusión de que somos parte de Estados Unidos. Lo cierto es que, cuando se visitan otros países, no se observa una práctica así. Las cosas están nombradas en la lengua de esa nación, y al turista le basta con consultar alguna guía o mapa escrito en su idioma para saber de qué se trata.

Es bueno ser hospitalarios y facilitar información a los visitantes, pero para ello no hay que llegar a poner letreros en inglés en cada esquina.

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