Ya no es «aquél.»

Mi padre decía que, llegado cierto momento, los artistas debían retirarse, no presentarse más en público y ni siquiera retratarse, dada su apariencia. Quien lo dude, vea la foto publicitaria de Raphael, en evidente «estado avanzado de descomposición.» El rictus que pasa por sonrisa revela un aspecto cadavérico que demuestra que «50 años después» ya debió dejar los escenarios.

Mi padre también decía que lo mejor que uno podía dejar era un buen recuerdo. El otrora «Niño de Linares» no ha aprendido esa lección sencilla.

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