Jurar en vano

¿De dónde sale la costumbre de que haya que tomarle un juramento a las directivas de asociaciones de tal o cual cosa, como si fueran cargos electivos o nombramientos en el servicio público? ¿Hasta ahí ha llegado nuestro proverbial afán de distinción? No es por menospreciar a, por ejemplo, la Asociación de Fotoperiodistas de Puerto Rico, pero, francamente, ¿hace falta toda esa ceremonia, para darle formalidad al compromiso que la directiva debe tener con los propósitos de su entidad?

Por otro lado, ¿debe el Juez Presidente del Tribunal Supremo prodigarse en actividades como ésta? Una cosa es tomar el juramento del Gobernador o del Presidente del Colegio de Abogados, y otra es la de hacerlo para entidades que, en el mejor de los casos, podrían ser atendidas por jueces de menor jerarquía.

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