Miguel de la Torre tenía razón.

Ha llegado el momento de reevaluar todo este montaje de fiestas populares como las de la Calle San Sebastián, pues se han convertido en, al decir de mi padre, "excusas para beber." Hay mucho de alegría falsa, impulsada por el alcohol y algo más, en estas francachelas en calles y plazas del país. Vivimos de fiesta en festivales de todas clases y por cualquier motivo, con la bebida alcohólica presidiendo el desfile idiotizado del pueblo. La cultura popular se ha reducido al denominador común más bajo, y la nueva generación de alcohólicos se estrena cada vez más joven. El país no sabe divertirse, si no es con la bebida y la procacidad en el proceder.

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