Un remedio distinto

La ONU ha hablado: la «guerra contra las drogas» fracasó. Hace mucho. Muchos lo han dicho antes; quizá ahora se haga caso a mayor escala, pues ya hay varios países en los que ha prevalecido la sensatez sobre la visión legalista y moralista que impide que se trate este problema como lo que es, un asunto de salud mental. Hay que dejar de pensar que medicar a los adictos o permitir la posesión y el consumo de cantidades mínimas de ciertas sustancias es el comienzo del Apocalipsis. No se trata, tampoco, de darle el visto bueno al consumo desmedido de las drogas, sino de reconocer la aplastante realidad de que los seres humanos tienen unas debilidades que los llevan a usar sustancias como el alcohol y el tabaco, por ejemplo, para calmar sus ansiedades y sentir o no sentir, según sea el caso.

De lo que no cabe duda es de que es imperativo desmontar en todo lo posible el negocio ilícito de la droga, motor principal de la criminalidad sangrienta a nivel mundial. A tiros no se puede.

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